A partir de este momento la historia, curiosamente, cambia y el cuento sigue la línea del Aladino de Disney con una competición de pretendientes a la princesa en la que el ladrón se presenta como príncipe gracias al dinero que previamente había robado en el palacio.
Pero uno de los pretendientes - como en la película - es sumamente perverso y no duda en dar un filtro mágico a la princesa para hacerla enfermar y así acabar ganando su mano.
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