Si a las armas le faltan los seis últimos cromos, al comercio le faltan los seis primeros. De los que dispongo, recomiendo sobre todo el 124 - con los curiosos intercambios entre pigmeos - y el 125, en el que Roma aparece tan próxima como una escena de taberna con los parroquianos jugando a los dados - lo que no estoy muy seguro es lo que hace el de primer termino, salvo que sea el perdedor del juego.
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