Al retomar la "colección" de sobres de azúcar, he comprobado que la gente realmente los lee. Si no, la próxima vez que estén en una cafetería observen como muchos de los clientes, antes de echar el azúcar al café, agarran el sobrecito, lo agitan, se dan cuenta de que hay algo escrito, entonces leen el sobre, lo abren y lo echan en el café.
El destino del sobre entonces es incierto, aunque lo más normal es que acabe arrugado en la papelera o en el plato del café - parece que por fortuna se ha perdido la vieja costumbre de mi infancia en que todo se tiraba al suelo con lo que alrededor del mostrador solía haber una auténtica montaña de basura que se barría de tiempo en tiempo. Recuerdo incluso algún caso en que el propio camarero, al ver que se había dejado el sobre en el plato, volcaba este para que acabase en el suelo a los pies de los clientes.
Pero en fin, basta de batallitas, y pasemos a las curiosidades del conocimiento universal que nos presentan los sobrecitos del café Oquendo:
El destino del sobre entonces es incierto, aunque lo más normal es que acabe arrugado en la papelera o en el plato del café - parece que por fortuna se ha perdido la vieja costumbre de mi infancia en que todo se tiraba al suelo con lo que alrededor del mostrador solía haber una auténtica montaña de basura que se barría de tiempo en tiempo. Recuerdo incluso algún caso en que el propio camarero, al ver que se había dejado el sobre en el plato, volcaba este para que acabase en el suelo a los pies de los clientes.
Pero en fin, basta de batallitas, y pasemos a las curiosidades del conocimiento universal que nos presentan los sobrecitos del café Oquendo:
No hay comentarios:
Publicar un comentario